23 diciembre 2011

Derecho de los niños en Navidad

No hay cosa que me de más coraje que ver a niños pidiendo limosna. Es cierto detrás de un niño que pide limosna, hay un explotador. Familiar o no, es un explotador. Hoy me encontraba en el bus yendo a Lince por la Av. Arequipa y subió una mujer rebosante de salud y gordura con un niño de 6 o 7 años y se pusieron a cantar y a pedir limosna (la mujer decía que esa era su manera de ganarse la vida, lo cual no me parece malo, lo que si es malo es que se lo enseñe al niño)

Lo más gracioso es que en la parte posterior del bus había un policía con galones de cuatro líneas y botón al medio, no sé que significan, pero como representante de la ley debió llamarle la atención. Simplemente, se hizo el dormido y no hizo nada.

Que la mujer cante y pida dinero, esa es su decisión; pero el niño tiene derechos y eso que se estaba haciendo allí, era un abuso. Eso resulta normal. Ocurre y nadie dice nada. No hay principios, no hay conciencia de los derechos de los niños. ¡Por Dios! Si la sociedad somos todos nosotros y no hacemos nada.

Es increíble, que la mujer con toda la frescura del mundo, le ordenaba al niño acercarse a cada uno de los pasajeros y pedir limosna. No era ella quien pedía, obligaba al niño a cantar para luego pedir limosna. ¿Hasta cuándo, tendremos que soportar estas escenas?, ¿Qué debemos hacer para que esta situación cambie?

En estas épocas, en que el amor y la búsqueda de brindar alegría los niños, una escena como esta no deja de molestarnos, ni de darnos coraje. ¡Algo debemos de hacer! Yo empecé escribiendo estas líneas, y continuaré escribiendo una carta, y seguiremos haciendo lo necesario para que esto cambie.

Con coraje,
Carlos Alberto

20 noviembre 2011

Recuerdos y Anecdotas

A veces en clase he tenido que utilizar ejemplos o anécdotas que, provienen de mi propia experiencia y aunque parezca mentira, encuentro a los alumnos tomar más en cuenta esos ejemplos que los propios contenidos. Eso me hace recordar en un proyecto, donde sentamos a los abuelitos (personas de la tercera edad) con los niños en el jardín, allí los abuelos contaban sus experiencias de vida y los niños embelesados escuchaban, con mucha atención. Algunos preguntaban sobre algún detalle del relato.

Definitivamente, cuando hay experiencia la enseñanza aprendizaje es más efectiva. Y si no la tenemos, siempre hay alguien que la tiene o tiene referencias sobre el punto. En una ocasión un niño de 9 años le preguntó al abuelito sobre un detalle, ¿qué hubiera sucedido si esto hubiese pasado en tal sitio? El abuelo le contesto, no conozco ese sitio, nunca he viajado a Piura. Otro niño contestó, como dice mi mamá, hubiera pasado esto…

Hay cosas que confirman reglas y normas de vida, pero no todo es posible de estandarizar u homologar, por tanto no todo es aplicable, allí está la riqueza de la sabiduría popular. Mi abuela decía “moro viejo nunca es buen cristiano” y se refería a que una persona, mientras más entrada en años sea, más difícil es que cambie de costumbres. Así podemos, tomar ejemplos que nos ayuden a comprender nuestro desarrollo en nuestras relaciones interpersonales.

Por ello, desde muy antiguo se sabe: que las personas se nos acercan y nos alaban, la gran mayoría de las veces para pedirnos u obtener algo. Esopo en su fabula de la Oveja y el Lobo concluye en su moraleja "quien te adula y lisonjea, solo su bien y tu mal desea"

Yo no sé si Alfonso habría leído a Esopo,  pero cuando alguien se le acercaba muy cariñoso o adulador él siempre -a modo de pregunta y con cierto sarcasmo- decía "qué vendes" es decir que ya sabía y ponía sobre aviso a la otra persona, que se le acercaba por algo, en todo caso que fuese directo a lo que venía. En otros casos, al igual que Margarita, sólo miraba y escuchaba, pero sus caras decían lo mismo “que vendes”.

Cuán importante es esta lección de vida pues encierra uno de los corolarios estudiados por Watzlawick que, desde otro punto de vista, se refiere a: siempre que se desea que alguien nos escuche y abra su mente es importante tocar primero su parte afectiva, por supuesto sin tratar de manipular a la persona. Pero Esopo era tajante, en el sentido de que siempre hay intencionalidad cuando alguien nos trata muy afectuosamente.

¿Qué opinan ustedes? Les dejo la inquietud
Cordialmente,
Carlos Alberto

01 noviembre 2011

La ciudad de los perros

No me refiero a la novela, ni a su argumento. Quizá debí decir, los perros de la ciudad. Desde julio estoy en mi nuevo apartamento, una zona bonita en Miraflores. A diferencia de la zona donde vivía, esta tiene la particularidad de que en todas las casas aledañas tienen perros y lo peor del caso es que ladra uno y pareciera que conversan, empieza otro a ladrar y siguen los demás, pero en un desconcierto de madrugada.
Nos quejamos de los ruidos, de los decibeles, de la contaminación ambiental, pero no nos quejamos de los perros que no nos dejan dormir tranquilos. ¿Es qué no los escuchan? Creo que es un despropósito criar animales y que estos afecten nuestras vidas. Por ejemplo, los médicos nos dicen que en los asentamientos humanos hay que erradicar la zoonosis, ¿y en las zonas urbanas?
Bertolt Brecht, dramaturgo alemán decía en algunos de sus escritos “… los peores horrores de la vida, se dan en la vida cotidiana”, este es uno de ellos. Mi derecho a vivir tranquilo, está siendo sometido a un bullicio terrible, originado por los perros de mis vecinos.
Entiendo la idea de un guardián en la casa, pero acaso no le podemos enseñar a estar sin ladrar. Los animales aprenden y los perros lo hacen muy bien. Los que no aprendemos, somos los humanos, porque creemos que el animal no debe ser entrenado y los criamos como si fuese silvestre. Lo sacamos a la calle para que la ensucie.
Pero ese no es mi propósito, aquí lo que quiero decir es que nos estamos acostumbrando a tener, de manera común y silvestre, perros que “deben hacer bulla, para que los ladrones se den cuenta, que alguien cuida”, otros crían perros de adorno, pero también hacen bulla. Algunos exhiben en la calle a sus perros y no les enseñan a estar tranquilos, sin hacer bulla.
Un ejemplo, de lo valioso que es un perro, es el de los celadores o serenos que van con sus perros enormes, bien cuidados y alimentados. Lo que más destaca es que no hacen bulla. Es que los vecinos no podemos quejarnos sobre ello, es que la municipalidad de Miraflores no puede hacer algo al respecto. Porque no les da un aviso a los vecinos del barrio para que acudan al lugar donde entrenan a los perros de los serenos. Así todo viviríamos en paz y armonía.
¿Qué creen ustedes?

Gracias por seguirme,
Carlos Alberto Gálvez

16 octubre 2011

Derecho a la información, deberes de ejecución

Qué sucedería si el nivel de reclamos o peticiones de la población fuesen del nivel de: es mi derecho saber ¿cuál es el Valor estratégico de un determinado puesto de trabajo en una repartición X? Seguro que nadie sabría dar respuesta, ni siquiera el administrador o el trabajador que ocupa dicho puesto.
Pero, si preguntáramos al titular de la repartición, al administrador, al jefe inmediato y al trabajador de un determinado puesto de trabajo en esa repartición X ¿cuál es la responsabilidad estratégica de ese trabajador para el desarrollo nacional?, seguramente tampoco se sabría.
No creo que nadie haya realizado tales preguntas (pero seguramente en otras latitudes podríamos obtener esas respuestas, previa elaboración)
El artículo 2° del Constitución Política del Perú, inciso 5 dice que tengo derecho:
“A solicitar sin expresión de causa la información que requiera y a recibirla de cualquier entidad pública, en el plazo legal, con el costo que suponga el pedido. Se exceptúan las informaciones que afectan la intimidad personal y las que expresamente se excluyan por ley o por razones de seguridad nacional.”

Claro que “hecha la ley hecha la trampa” reza el refranero popular. Por ejemplo, en una municipalidad de los distritos de Lima, el secretario de la Asociación de Jubilados de dicha repartición, solicitó la información presupuestal de los 5 últimos años. La solicitud llegó al Gerente Municipal y este con el Gerente de Planificación y Presupuesto en reunión de despacho, ordenó cuántos folios tienen los documentos relativos a lo solicitado. La respuesta fue, deben ser cerca de 5,000 folios, el Director Municipal dijo a 10 céntimos serían 500 nuevos soles. Preguntó ¿no podemos aumentar con otros documentos? Después de un día la documentación llegó a 8,500 folios. Es decir, que la comunicación de respuesta fue: … deberá pasar por tesorería de la municipalidad y pagar previamente el importe de S/. 850.00, para proceder al fotocopiado de la documentación solicitada. Como era lógico, se desistió de tal pedido.
Si queremos salir de la situación actual tenemos que participar, porque de no hacerlo nos mantendremos en la actual situación. Como ciudadanos, haciendo uso de nuestros derechos, deseamos saber ¿por qué, la política de personal o de recursos humanos no está escrita y alineada a la estrategia?, probablemente porque no se sabe cómo, ¿por qué no se supervisa y monitorea (gestiona) semanalmente el desempeño de las personas que laboran en una repartición?, Igual que lo anterior, ¿por qué se espera a la evaluación semestral o peor aún, a la anual?, por el ritual exigido, pero no sirve para nada. Los representantes nos dicen: la razón es que la Administración Pública tiene una legislación que no permite cambiar las cosas.
Es decir, se trata del condicionamiento administrativo de los Derechos Humanos.
Nos debemos quedar con esas respuestas, claro que no. El aparato del Estado como creación social está destinado a realizar los fines humanos e históricos. La Administración está para que existan hombres felices en una sociedad justa, libre y democrática. La Administración Pública está para contribuir a la construcción de una sociedad justa y democrática. Así, la medida perfecta de la Administración Pública es el ser humano. El principio y el fin de la Sociedad y el Estado. Si lo que hace la Administración Pública no satisface las necesidades y los derechos de la persona humana, entonces los procesos que allí se realizan no sirven. Así de sencillo.
Con esto, no estoy pidiendo que me indiquen el nivel de equipamiento con tecnología de punta, cuantos profesionales tienen con alta graduación, cuánto personal está capacitado, sí tienen mobiliario moderno, sí tienen planes estratégicos y planes operativos, sí tienen documentos de gestión. Porque si se tiene todo esto, y todo funciona la pregunta sería por qué no salimos de la situación actual ¿por qué?
Sencillamente, porque no sabemos a dónde vamos. ¿Y si lo supiéramos?, es peor aún, porque tampoco vamos juntos. Quizá para algunos, eso sea una ventaja, pero nunca una solución.
Para poner un ejemplo de lo que es trabajar sin saber para qué, les narro acerca de un Taller facilitado para un colegio religioso, con docentes y personal administrativo ¡Preguntamos!: ¿cuál es el objetivo común? Luego formamos cinco equipos de ocho personas y cinco de siete personas, les dimos papelógrafos, plumones y las siguientes instrucciones:
Tienen quince minutos para pensar y escribir en el papelógrafo ¿cuál es el objetivo común del colegio? Luego de los quince minutos, ustedes presentarán el objetivo común. Pueden salir y buscar inspiración en cualquier parte del colegio.
Al concluir los quince minutos cada grupo expuso lo que ellos creían que era el objetivo común del colegio. Sólo uno de los grupos acertó en la propuesta; los otros nueve nos dejaron con la “boca abierta” y principalmente al Director del colegio.
Con esto lo demostramos aquello de: “solo el 7 % de los trabajadores saben cuáles son su visión y misión[1]. Lo más gracioso fue e cuando el director dijo:
§  “A partir de mañana ese objetivo común estará escrito en la entrada del colegio”
§  Le pregunté, ¿sólo en la entrada?
§  Una Profesora comedida dijo, “en todas las aulas”
§  Entonces les pregunté al conjunto ¿sólo en las aulas?
§  Uno de los administrativos dijo: “también en las oficinas administrativas”
§  Insistí ¿sólo en las oficinas administrativas?
§  Había uno de los sacerdotes dijo: “también en nuestras comunicaciones y boletines para los Padres de familia”
§  Todo eso está muy bien dije, pero mientras el objetivo común no esté en la mente y el corazón de las personas, que participan en este colegio, sólo será un buen intento. Ustedes deben ser los principales evangelizadores, ¿no es esa su principal misión?
Entonces, les exigí como Padre de Familia ¿qué han estado haciendo con nuestros hijos hasta hoy? Así terminó ese Taller.
Retomando el motivo de este artículo: por no saber para que se trabaja, se adquiere otra perspectiva adversa y ajena a nuestros intereses locales, regionales y nacionales.
“quien no adquiere conscientemente un compromiso con lo sustancial; adquiere inconscientemente compromiso con lo insustancial”
El compromiso de la identificación, participación, trabajo en equipo. Son acciones connotativas que hacen que la persona tome consciencia, de lo contrario, sólo se realizará porque es parte de su contrato, porque se “debe hacer” y no porque se “desea hacer”

Los cambios son aprendizajes, no son situaciones casuales
Planes y programas no alineados, personal poco identificado, directivos poco intencionados, que por no trabajar y orientar el trabajo del personal nombrado o de carrera, bajo el prurito de que "no están comprometidos con esta gestión" o por no tener que discutir ideas, prefieren hacer crecer la contratación con personal nuevo y más dócil, es decir arrastramos actitudes poco decididas a lograr resultados coherentes, visibles y con valor estratégico de desarrollo.
Cambiar las cosas y situaciones empieza con los directivos en sus actitudes y en mostrar orientación sobre lo que se quiere alcanzar. Clima Organizacional, liderazgo claro, basado en principios, trato humano, porque eso es lo que le debemos a las personas que trabajan con nosotros. Dejamos la inquietud, ¿cuántos directivos fueron capacitados para asumir sus cargos?, ¿cuántos están dispuestos a mejorar, capacitándose para esa necesidad?
Gracias por seguirme
Carlos Alberto Gálvez




[1]              El objetivo común estaba expresado en la placa recordatoria de la inauguración del local escolar.

09 septiembre 2011

El Reconocimiento

Que interesante resulta buscar en la Internet algún artículo sobre el reconocimiento a la labor bien realizada. Por el contrario, las respuestas que obtenemos son: reconocimiento de voz, reconocimiento de caracteres ópticos, reconocimiento de escritura a mano, etc., etc.
Hoy en día la tecnología nos ha invadido con una serie de acciones que realiza la computadora y aquellas cosas como reconocer una destacada acción a cualquier persona, es algo que brilla por su ausencia.
Hace tiempo escuché que la deuda con los seres humanos es el reconocimiento. Un gracias, una sonrisa, una palmada en la espalda, una mirada afable y mil detalles más que, podrían ser insignificantes para uno y para otros son todo lo que les falta y cambian su vida en cuanto lo reciben.
Hoy en día encontramos una serie de pistas sobre ello, canciones como “lo que el mundo necesita es amor”, libros como “El Arte de Amar”, etc., etc. Pero esto no viene desde ahora, W. Goethe decía, “si quieres que una persona cambie, tratala como quieres que sea y no como es ahora”, películas como “Mi bella Dama”, obras de teatro como “Pigmalión” de Shaw. Más aún, desde la antigüedad, el mito de Pigmalión y la Galatea. La humanidad tiene una serie de historias y explicaciones sobre esa necesidad que los humanos tenemos.
Pero, siempre se interpreta como que todo se tiene que observar como buen trato, aun cuando a veces se podría que interpretar que uno podría presentarse como malo. Hace mucho tiempo cuando mi hijo era niño en sexto de primaria era muy voluntarioso y podía interpretarse como malcriado o travieso. El año anterior, tenía problemas de conducta, porque era travieso y el nuevo profesor en el primer trimestre le puso mala nota, él (mi hijo) se puso de todos los colores y andaba enojado con su profesor, al final del año aceptó que el profesor tenía razón y mejoró en su comportamiento.
Los años pasaron, un día cuando mi hijo había terminado la secundaria, caminábamos por la Av. La Molina y nos encontramos con su profesor del sexto de primaria. Hubieran estado allí, fue un encuentro entre alumno y profesor después de muchos años, los rostros de admiración, se saludaron se dieron las manos. El profesor miraba hacia arriba a su pequeño alumno ya crecido y joven, el alumno miraba hacia abajo reconociendo a su profesor más maduro de lo que lo había conocido, pero en ambos casos eran miradas de reconocimiento. Palabras como, ¿qué tal profesor, cómo está?, que gusto verlo. Muy bien, que bien se te ve, has crecido una barbaridad. Y cosas relacionadas. El encuentro no fue muy largo, pero en ese instante, estoy seguro que el profesor se sintió muy satisfecho por el reconocimiento y mi hijo no se quedó atrás, pues él se alegró de ver a su antiguo profesor. Cuando llegamos a casa, contó su grata experiencia.
El otro día, pasé por esa experiencia. Se me acercó un alumno del ciclo pasado: a quién le pregunté un día, ¿qué es lo que te ocurre?, ¿por qué si el primer examen saliste con muy buena nota, ahora tienes un 03?. La respuesta fue, es que soy ludópata.
Mi respuesta inmediata fue, estarás invirtiendo mucho tiempo en juegos de computadora y sintiendo que no puedes salir de allí. De ti depende sobreponerte, de nadie más. Tú eres el único responsable. Sólo tú eres responsable de lo que te ocurra, si tú quieres perder así será, pero si quieres avanzar, está en tus manos (y me acorde de una expresión del poema Desiderata) y cerré mí motivación con “… ¡esfuérzate por ser feliz!”.
Acababa de concluir una clase, se me acercó y dijo: “no he tenido la oportunidad de agradecerle, lo que hizo esa vez por mí. Me ayudo a sobreponerme”. Me dio la mano con franqueza. Me sentí muy bien. Creo que todos los seres humanos merecemos satisfacer esa necesidad de reconocimiento.
Todos requerimos ser reconocidos, pero siempre los adultos queremos ser reconocidos por los menores, obviando que los menores también requieren ser reconocidos, sin exagerar. Allí tenemos mucha responsabilidad los adultos, orientando a reconocer a nuestros ancianos, generando un acercamiento entre generaciones, abriendo canales de expresión y reconocimiento. Los abuelos tienen mucho que contar y nosotros mucho que aprender, agradecer y reconocer son parte de la deuda que tenemos con la humanidad.
Aprendamos a dar la mano, un abrazo, un beso, una caricia con la palabra o con una mirada afable, aprendamos a agradecer, a decirle de manera franca a las personas con que nos encontramos, me dio mucho gusto verte, verán que la satisfacción no sólo se produce en la otra persona, una sensación de llenura empieza a desarrollarse en nosotros. Porque eso es humano y porque “los seres humanos nos hacemos entre humanos física y espiritualmente”

Cordialmente,
Carlos Alberto

04 junio 2011

Labor de Padres

Los padres de hoy nos preguntamos por las desgracias que pueden ocurrirles a nuestros niños, creyendo que eso está fuera de nuestro alcance. Este Domingo pasado, subí a un bus rumbo a Miraflores (pensaba llegar hasta la Av. Petit Thouars, yendo por la Av. Javier Prado) y estaba sentado en el penúltimo asiento doble, ese que está sobre la rueda y el otro da al pasadizo. Bueno, delante había un asiento desocupado y el que estaba a mi lado, sobre la rueda. Subió una pareja joven, con dos niños. El padre con el niño pequeño se sentó delante y la Madre me pasó la voz para que la niña se sentara a mi lado.
Hasta aquí todo muy bien, el padre le dice, si quieres me levanto para que te sientes ella le dijo que no, fastidiada, al rato delante del asiento del padre una señora se baja y queda vacío el asiento y ella se sentó, sin mayor problema. Más adelante subieron cerca de 10 personas y justo a mi lado se paró un señor con cara de pocos amigos y con mirada de mañoso.
Aquí ya empezaron los problemas, porque ya estábamos llegando a la Av. Petit Thouars y me tenía que bajar, lo lógico era que el señor, que estaba parado a mi lado, se sentara en mi lugar. Pensé en ese instante, esto no debería de ocurrir, si el padre desde un inicio le hubiese cedido el asiento a la madre con el niño pequeño y él se hubiese sentado con la niña o se hubiese quedado parado a mi lado.
Para mí, el padre debió asumir el cuidado de la niña. De otro lado, la madre parecía no interesarle la niña porque ni siquiera volteo a ver si la niña estaba bien, entonces pensé que podía tratarse de una niña traviesa o celosa porque no le estaban haciendo caso. Lo cierto y real es que la niña estaba tranquila y que me disculpe el señor que se paró a mi lado pero le vi una mirada de mañoso que opte por decirle al padre, que le pasara la voz a su pareja para que ocupara mi asiento al lado de su hija.
Cuántas veces los padres descuidamos a nuestros niños y asumimos que ellos estarán bien, la culpa de que a nuestros niños les pasen cosas feas, es nuestra porque no les enseñamos con el ejemplo lo que deben de hacer. Quizá me parezca a mi abuela criticando a la joven pareja, o a mis padres cuando me decían que actitud debería de tomar en ciertas circunstancias. Ahora veo con ojos de padre maduro que ya paso por toda esa experiencia de tener que cuidar al hijo y encuentro en mi experiencia elementos que me permiten ver lo que otros no ven.
Un ejemplo es que los niños necesitan que se les abrigue su barriga (abdomen) muchos padres los levantan descubriéndoles su barriga. Muchos padres creen que los niños pueden estar hasta altas horas de la noche despiertos, eso es irresponsable, peor aún los trasladan en bus y no los abrigan al bajar.
Creo que es importante que tengamos nuestra propia manera de ser, independiente, sin ataduras, libre, pero más importante creo que es, cuando somos padres, asumir la protección de los críos sin coartar su desarrollo, cuidar de ellos protegiéndolos, generando espacios donde se puedan sentir seguros, responsabilizándonos por su desarrollo.

Cordialmente,
Carlos Alberto