Lo más gracioso es que en la parte posterior del bus había un policía con galones de cuatro líneas y botón al medio, no sé que significan, pero como representante de la ley debió llamarle la atención. Simplemente, se hizo el dormido y no hizo nada.
Que la mujer cante y pida dinero, esa es su decisión; pero el niño tiene derechos y eso que se estaba haciendo allí, era un abuso. Eso resulta normal. Ocurre y nadie dice nada. No hay principios, no hay conciencia de los derechos de los niños. ¡Por Dios! Si la sociedad somos todos nosotros y no hacemos nada.
Es increíble, que la mujer con toda la frescura del mundo, le ordenaba al niño acercarse a cada uno de los pasajeros y pedir limosna. No era ella quien pedía, obligaba al niño a cantar para luego pedir limosna. ¿Hasta cuándo, tendremos que soportar estas escenas?, ¿Qué debemos hacer para que esta situación cambie?
En estas épocas, en que el amor y la búsqueda de brindar alegría los niños, una escena como esta no deja de molestarnos, ni de darnos coraje. ¡Algo debemos de hacer! Yo empecé escribiendo estas líneas, y continuaré escribiendo una carta, y seguiremos haciendo lo necesario para que esto cambie.
Con coraje,
Carlos Alberto