Ética Pública
El otro día recibí una invitación a presentar una propuesta
de exposición sobre Ética en el trabajo, para una Institución Pública. Casi
siempre, y cada vez que recibo una invitación de esa naturaleza, pienso en qué
es lo que se quiere obtener con una charla de hora y media, para un conjunto de
personas, que en número (70) superan toda posibilidad de cambio. ¿Cuál es el
tema de fondo que realmente se debe tocar?
Enfocando el tema
Siempre pregunto ¿Qué es lo que desean obtener? Desde el
enfoque didáctico la pregunta sería ¿Cuál es el objetivo? Dicho en buen romance
castellano ¿Qué es lo que se espera que hagan o puedan hacer los participantes
después de una charla así?
Es claro que, con una exposición de este tipo, los
participantes, animados o no, sólo obtendrán un concepto sobre el cual
reflexionar. Y digo reflexionar, porque los términos expresados serán
contrastados con la cultura impresa en las instituciones públicas. Eso, si
tengo éxito de lograr que los participantes piensen en lo expuesto.
Existen varios tipos de expositores, algunos más motivadores
y admirables por su manera de conectar emocionalmente con los asistentes a sus
exposiciones. De otro lado, estamos los facilitadores que buscamos que las
personas experimenten con actividades simples y lúdicas, para hacerlos
reflexionar sobre lo acontecido, pero ello implica un número de participantes
más reducido (32)
Lo cierto y lo real, es que, de una forma o de otra, tratar
un tema como la ética en el trabajo y sobre todo en una institución pública,
implica reflexionar de antemano, ¿para qué lo hacemos? Porque esa pregunta nos
lleva, inevitablemente a contrastar con el paradigma de base que se encuentra
comprometido con las definiciones fundamentales sobre la existencia y el
comportamiento humano, con la definición de lo real, con lo que consideramos
conocimiento, con los procedimientos válidos de argumentación y hasta con lo
bello e imaginario.
Y es que atravesamos una época en que la mayoría de las costumbres,
se ven contrastadas con una falta de parámetros, donde la idea de libertad se
confunde con libertinaje, que la barbarie de la antigüedad asoma y se desborda
en el comportamiento cotidiano y criminal. Donde el servidor público
(colaborador) se siente dueño de un espacio al que fue invitado para ayudar en
la atención de sus conciudadanos. Donde las personas que poseen algo material
se sienten y creen que por ello son superiores a los demás, donde los que
poseen automóvil pasan sin respetar al peatón, donde los ciclistas invaden la
calzada, atreviéndose a empujar a los transeúntes.
Ética en el trabajo público
Hablar de ética en el trabajo, en instituciones públicas,
empieza con el recuerdo y reflexión sobre dos preceptos básicos: a) la regla de
oro, y b) un texto de nuestra carta magna. Empezamos con la regla de oro a la
que se refieren todas las filosofías, culturas y religiones más antiguas. Nos
estamos refiriendo al principio de la humanidad que marca la diferencia con los
animales. Nos referimos a la máxima expresión:
“No hagas a otro, lo que no deseas que hagan contigo” o
“Trata a los demás como querrías que te trataran a ti”
Este principio fue expresado de muchas formas, pero en
esencia se refiere a lo mismo. Se trata del principio moral general o regla
fundamental. Su universalidad sugiere que puede estar relacionada con la
naturaleza humana. Es sobre esta base que se inició la reflexión teórica de los
derechos humanos.
Esta expresión establece la dinámica de las relaciones
humanas y su confluencia intersubjetiva, buscando el entendimiento, la
comprensión de la necesidad de no agresión y el afianzamiento de la
reciprocidad. Yendo más allá, en este espacio es donde se establece las
condiciones para la empatía, donde la interacción subjetiva nos permite
manifestar nuestros deseos, temores y juicios de valor.
El siguiente precepto básico sería: el primer artículo de la
Constitución Política del Perú:
“La defensa de la persona humana y el respeto de su
dignidad, son el fin supremo de la sociedad y del estado”
Es entonces donde reconocemos a la persona humana y su
dignidad. Su defensa está por encima de toda situación, defender a nuestros
niños y adolescentes de los abusos y violaciones, defender a nuestros ancianos
del abandono, defender a nuestras mujeres de su situación de desigualdad en
todo sentido, defender a los discapacitados, porque defendiéndolos, defendemos
la vida, la libertad y el derecho a ser felices.
Defender a la persona es también mostrar respeto a su
dignidad como ser humano. Y ¿Qué es la dignidad? Dignidad o cualidad de digno,
valioso, valor inherente al ser humano por su calidad racional, dotado de
libertad y poder creador, por su capacidad de modelar y mejorar su vida, a
través del ejercicio de su libertad y de sus decisiones.
La dignidad se explicó siempre por la autonomía de escoger
sus propias respuestas, porque el que sabe (tiene conocimiento) y puede
gobernarse resulta un sujeto libre, un ciudadano. El ser humano es siempre
digno porque puede decidir que ser, porque no es sólo lo que es, sino también,
sus aspiraciones y proyectos personales. Así la vida humana es respetable
porque puede ser algo más que simple vida orgánica, vida con sentido, o sea,
biografía.
Pero no somos iguales, reconocer y tolerar esas diferencias
entre las personas, para que cada una se sienta libre y digna, es afirmar la
virtud y propia dignidad del individuo. La dignidad resulta de un buen
equilibrio emocional entre las personas.
El extremo, el exceso de dignidad (orgullo) es el
presupuesto de los privilegios y eso en esencia es negativo, aun cuando los
mantenemos en nuestra sociedad. La dignidad refuerza la personalidad, fomenta
la sensación de plenitud y satisfacción. La historia nos muestra como se ha
negado la dignidad y justificado atrocidades que aún se mantienen en algunos
países.
Lo más risorio, es que, los países con mayor desarrollo son
los que provocan y mantienen esas atrocidades. En nuestro país, podemos
apreciarlo cuando se le dice a un agricultor, que se asocia a un programa de
reconversión de cultivos, en la entrega de los plantones, que llegan en mal
estado y ante el justo reclamo, se le dice “…recibe nomas, no reclames tanto,
que esto es un regalo” Eso es faltar el respeto a su dignidad e insultar su
inteligencia, sólo por carecer de condiciones y recursos, que el Estado y sus
agentes no hacen llegar.
También, cuando un grupo de funcionarios públicos, en una
reunión donde se tiene que decidir estrategias para hacer llegar medicinas a
lugares recónditos, se entrampan en situaciones de poder, siendo los
perjudicados las personas que dependen de tales medicinas. Ejemplos puede haber
muchos, sin embargo, la realidad se muestra con cara de hereje, con
desconfianza y desazón, para los que reclamamos respeto y trato igualitario.
Reclamamos defensa de la persona en todas las situaciones y condiciones.
Una charla sobre ética en el trabajo, para los colaboradores
de una institución pública no podría omitir estos temas, porque en ellos se
basa el quehacer diario y el objeto de sus labores, que está orientado hacia el
servicio. Quien trabaja para el Estado, trabaja para nosotros los ciudadanos y
esa es su condición. Esa es la premisa de su labor.
Gracias por seguirme!!!