Sexo o Género ¿de qué hablamos?
Las últimas noticias sobre política y la reforma educativa
en el Perú, se han focalizado en el tema de género, y ello ocurre por no promover
un diálogo sobre estos temas tan espinosos, porque se mezclan con los derechos
humanos, por ello es importante saber, de qué hablamos cuando nos referimos a
sexo y qué, cuando nos referimos a género.
¿De qué hablamos cuando nos referimos a sexo?
Cuando una persona viene al mundo, llega como un organismo
con definición biológica como hombre (macho) o mujer (hembra), basado en sus
capacidades biológicas, morfología y genitales, aun cuando la funcionalidad
genital es sólo potencial. Un ejemplo serían las mascotas, gatos y perros,
vemos de igual forma que nacen crías machos y hembras de una misma camada.
Para quienes hemos tenido la oportunidad de crecer viendo
animalitos podemos decir con certeza que, las predisposiciones de los animales
hacia roles basados en el sexo no existen, porque no son humanos. Sólo se
manifiestan instintivamente cuando han crecido y van a procrear, en una
determinada época del año. A eso lo denominamos sexo y la orientación es el
propio instinto.
Para los humanos científicos, el sexo además es, una
variable de naturaleza biológica que sirve para identificar, por sus
capacidades biológicas, morfología y genitales qué animal es macho y cuál es
hembra. Así se hace para las mascotas y los animales que criamos para
explotación pecuaria y/o consumo.
Los seres humanos hemos utilizado esa variable como
demográfica o de población, para contar cuantos somos y en qué cantidades
diferenciadas. En nuestro antiguo Perú el Quipucamayoc contabilizaba además de
otras cosas como producción, la población. Recuerdo que, en alguna oportunidad
en el aeropuerto ante un incidente, aprendí que esa misma variable se le
denominaba unidad migratoria y se refería al tipo de persona según sexo (niño o
niña) que salía del país.
Recapitulando, hablar de sexo como variable biológica, poblacional,
migratoria y/o demográfica se refiere a cuantos varones y cuántas mujeres existen
en un grupo poblacional. Ejemplo, cuando realizo un estudio que debe ser
validado con un focus group debo pedir la población referida distribuida por edad y
sexo, con lo cual escojo quienes participan en dicha actividad, asegurando que
la muestra sea representativa del conjunto total.
¿A que nos referimos cuando hablamos de género?
A diferencia del sexo, que se refiere a un elemento de
naturaleza biológica, el género se refiere a un elemento lingüístico que
tipifica las cosas. Si bien es cierto, tiene algunas coincidencias en el empleo
del lenguaje, pero no se pueden emplear como sinónimo con el sexo, porque no se
refiere a lo mismo.
Lo aprendemos con el lenguaje, cuando nos enseñan el empleo
de género y número. Empezamos hablando de singular y plural (número) y de
masculino y femenino (género). Entonces no decimos el mesa, porque mesa es un
vocablo femenino y no masculino. Igualmente, no decimos el gata o la gato, es
la gata y el gato. De esa manera aprendemos que nuestros roles de niño o niña
implica una serie de comportamientos, hábitos y costumbres.
Esta categoría lingüística es tomada por la sociología ante
el análisis de las relaciones entre hombres y mujeres, basándose en el hecho
biológico del sexo que trasunta la maternidad y se le determina el espacio del
hogar, domestico, privado, por tanto, invisible. Se trata de un espacio
reproductivo, no productivo, no valorado en el que se puede identificar
segregación, discriminación, donde se plantean relaciones jerárquicas, de
subordinación y poder.
Entonces, podemos observar en nuestro lenguaje cómo se dan
condiciones de programación social para los roles y determinación de ubicación
social para la mujer a partir del rol. Podemos observar también comportamientos
esperados, identificando la desigualdad y negando la complementariedad,
generándose también imágenes que se consumen.
Así el tema de género no se refiere a hombres y mujeres,
sino al tipo de relación entre ambos y, en consecuencia, al modo cómo estas
relaciones se construyen socialmente. Un ejemplo sería la serie televisiva que
apareció justo en los años 80 en se venía desarrollando esta corriente del
género, me refiero a “¿Quién manda a quién?”[1]
donde los roles se invierten. Ella es una ejecutiva de una agencia de
publicidad y él representa al ama de llaves o deberíamos decir: al mayordomo.
Cuando aprendemos el lenguaje y desarrollamos nuestro
pensamiento, también aprendemos roles y desarrollamos comportamientos. Esto
viene sucediendo en un proceso complejo de evolución, porque no nacemos hechos
ni completos. Comparados con los mamíferos más desarrollados, el ser humano
nace como el más desvalido y demora muchos años en alcanzar su madurez. En la
lógica de Esopo, 20 años.
Un aspecto muy importante es que, para ser humano sólo lo
logramos entre humanos. Y la civilización no se logra sin la cultura. Allí
aparece entremezclado el género. Se aprenden socialmente sobre la realidad, con
creencias, prácticas, errores y tropiezos, también con definiciones e
indefiniciones y confusiones respecto lo que somos o lo que creemos ser. Con
ello también aprendemos prejuicios de nuestros adultos y creemos que eso es
así, porque lo damos por cierto hasta que la realidad u otras personas nos lo
aclaran.
Así, lo lingüístico es intergenerado por lo social, pero lo
social con el tiempo se ha venido transformando y haciendo lo humano cada vez
menos natural. El progreso puede llevarnos hacia situaciones confusas, como las
que están ocurriendo con el tema del género en la reforma educativa.
Cuando apareció el tema de género como categoría sociológica
estuvo pensada en la lógica del feminismo, para construir un cambio en las
relaciones entre los hombres y las mujeres. Por ello, en los proyectos de
desarrollo, las fuentes cooperantes bonifican y aprueban aquellos que incluyen
un componente de género.
¿Por qué es necesario hacer estas distinciones?
Las diferencias entre hombres y mujeres pueden ser
atribuidas a factores biológicos, ya que todos tenemos diferencias genéticas
que surgen como distintas predisposiciones biológicas, no sólo con respecto a
sexo, sino también a otras diferencias como las relacionadas con la altura, el
peso, la simetría, color de piel, etc. Sin embargo, no es sólo en el espacio
natural donde podemos fundamentar las diferencias individuales, porque el
individuo se constituye como una entidad lingüística, significativa dentro de
un sistema más desarrollado de lenguaje.
No recuerdo quién dijo que “...los humanos nos hacemos
humanos, física y espiritualmente, entre humanos”, vale decir que, “…somos lo
que somos a partir de las relaciones que establecemos con los demás” Tal como
lo dijimos líneas arriba, en nuestra evolución son significativos nuestro grupo
de referencia, nuestro aprendizaje del lenguaje y la configuración de nuestra
individualización, por tanto, identidad se da en nuestro grupo de referencia,
en nuestra familia, luego ampliamos nuestro dominio a otros espacios, como la
escuela, donde afianzamos más esa identidad.
No podemos transformar nuestra naturaleza, lo biológico es
nuestro límite, pero los humanos y nuestra soberbia nos hace retar a la
naturaleza y buscamos dentro de nuestra confusión identidades que son producto
de nuestras relaciones y de la forma cómo actuamos. Actuamos de acuerdo a lo
que somos y a la vez, somos de acuerdo a cómo actuamos.
En un mundo moderno, se deben derribar las desigualdades
entre hombres y mujeres, se debe respetar las diferencias, sin discriminar a
las niñas. La peor constatación es que, las propias madres reproducen estos
comportamientos que buscamos cambiar. Debemos iniciar un trabajo desde el punto
donde lo lingüístico sea parte consciente de la construcción de una sociedad
igualitaria, equitativa, justa y solidaria, porque aparecen cambios absurdos.
No se puede decir que sexo se refiere a masculino o
femenino, eso es un contrasentido y un barbarismo en el uso del lenguaje. Un
ejemplo de este contrasentido lo podemos apreciar en el RENIEC. Revisen su DNI
y vean donde dice Sexo aparece como M (masculino) o F (femenino), debiendo ser
H (hombre) o M (mujer) La razón es muy sencilla la variable es biológica/
poblacional. Se nos identifica por nuestra morfología, no por las relaciones
que entablamos o los roles que desempeñamos. Esos son los cambios que ocurren
sin que se nos consulte, generando confusiones y derechos que no existen.
Nuestro lenguaje castellano puede ser similar a otros en la
construcción social, pero no es igual en cuanto a significados. Nos comunicamos
en castellano, esto quiere decir que hablamos, pensamos y actuamos acorde con
este código. Imaginemos, una escenificación del Hamlet de Shakespeare, con la
cabeza de un esqueleto en la mano diciendo “estar o no estar, ese es el
dilema”, inmediatamente recibiría la corrección NO es “ser o no ser, ese es el
dilema”. Ajá, el problema es una mala traducción, porque en el idioma
anglo-sajón TO BE es Ser o Estar. Y es que en Castellano tenemos una enorme
cantidad de vocablos diferenciados. De igual forma los términos MALE y FEMALE,
resulta lo mismo decir macho y hembra (sexo) que masculino y femenino (género)
por ello es que, debemos aclarar que nuestro idioma debe ser empleado con la
precisión que exigen nuestras relaciones en la construcción de esa sociedad que
aspiramos heredarle a nuestros hijos.
Creo que es importante que, antes que se implemente una
reforma, se debe explicar a la población, con fundamentos científicos, sin sesgos
ideológicos, cuáles son los cambios que se deben realizar. Es nuestro derecho
estar informados y los peruanos merecemos respeto. Invoco al primer artículo de
la CPP “La defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad, es el fin
supremo de la sociedad y del Estado”
El mejor regalo en estas fiestas, es la promesa de un Perú
mejor, grande y fortalecido para nuestros hijos.
Gracias por seguirme!!!
Carlos Alberto Gálvez Montero
[1] una
de las series más recordadas de los ochenta, Tony Danza (Tony Micelli), Judith
Light (Angela Robinson Bower), Danny Pintauro (Jonathan Bower), Alyssa Milano
(Samantha Micelli) y Katherine Helmond (Mona Robinson)