21 diciembre 2016

Sexo o Género


Sexo o Género ¿de qué hablamos?

Las últimas noticias sobre política y la reforma educativa en el Perú, se han focalizado en el tema de género, y ello ocurre por no promover un diálogo sobre estos temas tan espinosos, porque se mezclan con los derechos humanos, por ello es importante saber, de qué hablamos cuando nos referimos a sexo y qué, cuando nos referimos a género.

¿De qué hablamos cuando nos referimos a sexo?


Cuando una persona viene al mundo, llega como un organismo con definición biológica como hombre (macho) o mujer (hembra), basado en sus capacidades biológicas, morfología y genitales, aun cuando la funcionalidad genital es sólo potencial. Un ejemplo serían las mascotas, gatos y perros, vemos de igual forma que nacen crías machos y hembras de una misma camada.

Para quienes hemos tenido la oportunidad de crecer viendo animalitos podemos decir con certeza que, las predisposiciones de los animales hacia roles basados en el sexo no existen, porque no son humanos. Sólo se manifiestan instintivamente cuando han crecido y van a procrear, en una determinada época del año. A eso lo denominamos sexo y la orientación es el propio instinto.

Para los humanos científicos, el sexo además es, una variable de naturaleza biológica que sirve para identificar, por sus capacidades biológicas, morfología y genitales qué animal es macho y cuál es hembra. Así se hace para las mascotas y los animales que criamos para explotación pecuaria y/o consumo.

Los seres humanos hemos utilizado esa variable como demográfica o de población, para contar cuantos somos y en qué cantidades diferenciadas. En nuestro antiguo Perú el Quipucamayoc contabilizaba además de otras cosas como producción, la población. Recuerdo que, en alguna oportunidad en el aeropuerto ante un incidente, aprendí que esa misma variable se le denominaba unidad migratoria y se refería al tipo de persona según sexo (niño o niña) que salía del país.

Recapitulando, hablar de sexo como variable biológica, poblacional, migratoria y/o demográfica se refiere a cuantos varones y cuántas mujeres existen en un grupo poblacional. Ejemplo, cuando realizo un estudio que debe ser validado con un focus group debo pedir la población referida distribuida por edad y sexo, con lo cual escojo quienes participan en dicha actividad, asegurando que la muestra sea representativa del conjunto total.

¿A que nos referimos cuando hablamos de género?


A diferencia del sexo, que se refiere a un elemento de naturaleza biológica, el género se refiere a un elemento lingüístico que tipifica las cosas. Si bien es cierto, tiene algunas coincidencias en el empleo del lenguaje, pero no se pueden emplear como sinónimo con el sexo, porque no se refiere a lo mismo.

Lo aprendemos con el lenguaje, cuando nos enseñan el empleo de género y número. Empezamos hablando de singular y plural (número) y de masculino y femenino (género). Entonces no decimos el mesa, porque mesa es un vocablo femenino y no masculino. Igualmente, no decimos el gata o la gato, es la gata y el gato. De esa manera aprendemos que nuestros roles de niño o niña implica una serie de comportamientos, hábitos y costumbres.

Esta categoría lingüística es tomada por la sociología ante el análisis de las relaciones entre hombres y mujeres, basándose en el hecho biológico del sexo que trasunta la maternidad y se le determina el espacio del hogar, domestico, privado, por tanto, invisible. Se trata de un espacio reproductivo, no productivo, no valorado en el que se puede identificar segregación, discriminación, donde se plantean relaciones jerárquicas, de subordinación y poder.

Entonces, podemos observar en nuestro lenguaje cómo se dan condiciones de programación social para los roles y determinación de ubicación social para la mujer a partir del rol. Podemos observar también comportamientos esperados, identificando la desigualdad y negando la complementariedad, generándose también imágenes que se consumen.

Así el tema de género no se refiere a hombres y mujeres, sino al tipo de relación entre ambos y, en consecuencia, al modo cómo estas relaciones se construyen socialmente. Un ejemplo sería la serie televisiva que apareció justo en los años 80 en se venía desarrollando esta corriente del género, me refiero a “¿Quién manda a quién?”[1] donde los roles se invierten. Ella es una ejecutiva de una agencia de publicidad y él representa al ama de llaves o deberíamos decir: al mayordomo.

Cuando aprendemos el lenguaje y desarrollamos nuestro pensamiento, también aprendemos roles y desarrollamos comportamientos. Esto viene sucediendo en un proceso complejo de evolución, porque no nacemos hechos ni completos. Comparados con los mamíferos más desarrollados, el ser humano nace como el más desvalido y demora muchos años en alcanzar su madurez. En la lógica de Esopo, 20 años.

Un aspecto muy importante es que, para ser humano sólo lo logramos entre humanos. Y la civilización no se logra sin la cultura. Allí aparece entremezclado el género. Se aprenden socialmente sobre la realidad, con creencias, prácticas, errores y tropiezos, también con definiciones e indefiniciones y confusiones respecto lo que somos o lo que creemos ser. Con ello también aprendemos prejuicios de nuestros adultos y creemos que eso es así, porque lo damos por cierto hasta que la realidad u otras personas nos lo aclaran.

Así, lo lingüístico es intergenerado por lo social, pero lo social con el tiempo se ha venido transformando y haciendo lo humano cada vez menos natural. El progreso puede llevarnos hacia situaciones confusas, como las que están ocurriendo con el tema del género en la reforma educativa.

Cuando apareció el tema de género como categoría sociológica estuvo pensada en la lógica del feminismo, para construir un cambio en las relaciones entre los hombres y las mujeres. Por ello, en los proyectos de desarrollo, las fuentes cooperantes bonifican y aprueban aquellos que incluyen un componente de género.

¿Por qué es necesario hacer estas distinciones?


Las diferencias entre hombres y mujeres pueden ser atribuidas a factores biológicos, ya que todos tenemos diferencias genéticas que surgen como distintas predisposiciones biológicas, no sólo con respecto a sexo, sino también a otras diferencias como las relacionadas con la altura, el peso, la simetría, color de piel, etc. Sin embargo, no es sólo en el espacio natural donde podemos fundamentar las diferencias individuales, porque el individuo se constituye como una entidad lingüística, significativa dentro de un sistema más desarrollado de lenguaje.

No recuerdo quién dijo que “...los humanos nos hacemos humanos, física y espiritualmente, entre humanos”, vale decir que, “…somos lo que somos a partir de las relaciones que establecemos con los demás” Tal como lo dijimos líneas arriba, en nuestra evolución son significativos nuestro grupo de referencia, nuestro aprendizaje del lenguaje y la configuración de nuestra individualización, por tanto, identidad se da en nuestro grupo de referencia, en nuestra familia, luego ampliamos nuestro dominio a otros espacios, como la escuela, donde afianzamos más esa identidad.

No podemos transformar nuestra naturaleza, lo biológico es nuestro límite, pero los humanos y nuestra soberbia nos hace retar a la naturaleza y buscamos dentro de nuestra confusión identidades que son producto de nuestras relaciones y de la forma cómo actuamos. Actuamos de acuerdo a lo que somos y a la vez, somos de acuerdo a cómo actuamos.

En un mundo moderno, se deben derribar las desigualdades entre hombres y mujeres, se debe respetar las diferencias, sin discriminar a las niñas. La peor constatación es que, las propias madres reproducen estos comportamientos que buscamos cambiar. Debemos iniciar un trabajo desde el punto donde lo lingüístico sea parte consciente de la construcción de una sociedad igualitaria, equitativa, justa y solidaria, porque aparecen cambios absurdos.

No se puede decir que sexo se refiere a masculino o femenino, eso es un contrasentido y un barbarismo en el uso del lenguaje. Un ejemplo de este contrasentido lo podemos apreciar en el RENIEC. Revisen su DNI y vean donde dice Sexo aparece como M (masculino) o F (femenino), debiendo ser H (hombre) o M (mujer) La razón es muy sencilla la variable es biológica/ poblacional. Se nos identifica por nuestra morfología, no por las relaciones que entablamos o los roles que desempeñamos. Esos son los cambios que ocurren sin que se nos consulte, generando confusiones y derechos que no existen.

Nuestro lenguaje castellano puede ser similar a otros en la construcción social, pero no es igual en cuanto a significados. Nos comunicamos en castellano, esto quiere decir que hablamos, pensamos y actuamos acorde con este código. Imaginemos, una escenificación del Hamlet de Shakespeare, con la cabeza de un esqueleto en la mano diciendo “estar o no estar, ese es el dilema”, inmediatamente recibiría la corrección NO es “ser o no ser, ese es el dilema”. Ajá, el problema es una mala traducción, porque en el idioma anglo-sajón TO BE es Ser o Estar. Y es que en Castellano tenemos una enorme cantidad de vocablos diferenciados. De igual forma los términos MALE y FEMALE, resulta lo mismo decir macho y hembra (sexo) que masculino y femenino (género) por ello es que, debemos aclarar que nuestro idioma debe ser empleado con la precisión que exigen nuestras relaciones en la construcción de esa sociedad que aspiramos heredarle a nuestros hijos.

Creo que es importante que, antes que se implemente una reforma, se debe explicar a la población, con fundamentos científicos, sin sesgos ideológicos, cuáles son los cambios que se deben realizar. Es nuestro derecho estar informados y los peruanos merecemos respeto. Invoco al primer artículo de la CPP “La defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad, es el fin supremo de la sociedad y del Estado”

El mejor regalo en estas fiestas, es la promesa de un Perú mejor, grande y fortalecido para nuestros hijos.

Gracias por seguirme!!!
Carlos Alberto Gálvez Montero




[1]              una de las series más recordadas de los ochenta, Tony Danza (Tony Micelli), Judith Light (Angela Robinson Bower), Danny Pintauro (Jonathan Bower), Alyssa Milano (Samantha Micelli) y Katherine Helmond (Mona Robinson)